Hedy Lamarr era el nombre artístico de Hedwig Eva Maria Kiesler (Viena, 1914 – Florida 2000) Tuvo una extensa carrera como actriz de hecho se la conoce como la “mujer más bella de la historia del cine”. Con de 30 películas en su carrera, fue la primera mujer que en una película simuló un orgasmo en Éxtasis, en 1933, película checoslovaca que fue condenada por las Ligas de la Decencia y por el papa Pío XI.
Pero es menos conocida su faceta como ingeniera de telecomunicaciones y científica. Es la inventora del sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado” en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas de que disponemos en la actualidad.
Conocedora de los horrores del régimen nazi, ofreció al gobierno de los Estados Unidos toda la información de la que disponía gracias a los contactos de su exmarido, muy ligado al fascismo. Consideraba que su inteligencia podía contribuir a la victoria aliada. Así, se puso a trabajar para el desarrollo de nuevas tecnologías militares.
Los gobiernos se resistían a la fabricación de un misil teledirigido por miedo a que las señales de control fueran interceptadas o interferidas fácilmente por el enemigo, y que pudieran inutilizar el invento o, incluso, usarlo en su contra. Hedy concibió la idea de transmitir los mensajes u órdenes de mando fraccionándolos en pequeñas partes, cada una de las cuales se transmitiría secuencialmente cambiando de frecuencia cada vez, siguiendo un patrón pseudoaleatorio. De este modo, los tiempos de transmisión en cada frecuencia eran tan cortos y además estaban espaciados de forma tan irregular, que era prácticamente imposible recomponer el mensaje si no se conocía el código de cambio de canales.
Hedy Lamarr y el compositor George Antheil patentaron en 1942 su Sistema de comunicación secreta. Una versión temprana del salto en frecuencia, una técnica de modulación de señales en espectro expandido, usaba un par de tambores perforados y sincronizados (a modo de pianola) para cambiar entre 88 frecuencias, y se diseñó para construir torpedos teledirigidos por radio que no pudieran detectar los enemigos.
Los militares dieron uso de su invento en la crisis de los misiles de Cuba en 1962. Y su tecnología sigue presente en redes móviles, wifi y bluetooth.
Sus patentes fueron concedidas con el nombre de casada de ese momento (H. K. Markey) y no por el nombre artístico y conocido, de ahí que no recibiera el debido reconocimiento.